martes, 3 de mayo de 2011

Construyendo Grandes Relaciones IV

“Pero Dios prueba que nos ama, en que, cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.” Romanos 5:8 (VP)


En los minutos finales de la película que Rescatando al Soldado Ryan, observamos a un hombre mayor de pie delante de una lápida. El hombre es el Soldado Ryan y la lápida es la del Capitán Jim Miller, el líder del pelotón que dio su vida para traer al joven soldado de regreso a su familia. Viéndole profundamente conmovido, su esposa le pregunta si él está bien. Él responde con una apasionada súplica: Por favor: "Di que soy un buen hombre. Di que he vivido una buena vida."
De esta misma manera, Jesucristo dio Su vida para que yo pueda vivir una buena vida para Él.
Jesucristo se hizo cargo de mi deuda y sufrió mi castigó para darme vida. Para la mayoría de las personas, enfrentar el valor de esta verdad es algo demasiado difícil de manejar. Pensar que Dios premeditadamente diseñó la muerte de su Hijo por él solo hecho de salvarnos a nosotros, está más allá de nuestra experiencia y capacidades intelectuales.
Es una explosión de amor que genera tanta fuerza que cualquiera que la abraza y la hace personal, cambiará para siempre. No solo eso sino que también será constantemente motivado, en respuesta a ese amor, a cambiar. La Biblia enseña que este acto increíble de amor se apodera de nuestra motivación.

"Así que, si Cristo murió por nosotros, entonces ya no debemos vivir más para nosotros mismos, sino para Cristo, que murió y resucitó para darnos vida".
                                                                                            2 Corintios 5:15 (BLS)


¿Qué es lo que motiva tus decisiones cotidianas? ¿Qué es que lo enciende el centro de tu pasión y te da la fuerza para decidirte por Dios? Charles Spurgeon lo dio a conocer diciendo: "El motivo más poderoso para la santidad es la gracia libre. Un sufriente Salvador, que es el final y la muerte del pecado". Él murió por vos. Es todo lo que se necesita de motivación para vivir. Deja que ese acto único de Jesucristo en la cruz llegue a ser la fuerza que te impulse a amar como Él te amo.
Cuando entendemos esta clase de amor, no nos costará tanto amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. 1 Juan 3.16

El verdadero amor es un acto, no un sentimiento.Produce dedicación abnegada y desprendida. El mayor acto de amor que cualquiera pueda hacer es entregarse por los demás. ¿Cómo podemos entregar nuestra vida? Al servir a los demás sin pensar en recibir nada a cambio. Algunas veces es más fácil decir que estamos dispuestos a morir por otros que realmente vivir por ellos, lo que implica poner en primer lugar los deseos de otros. Jesús enseñó este mismo principio de amor en Juan 15.13 Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.







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