martes, 3 de septiembre de 2013

Verdaderamente discípulo,

verdaderamente libre,

verdaderamente hijo.


Juan 8.31-38 31 "Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. 33Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? 34Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. 35Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. 36Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. 37Sé que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros. 38Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre"

Casi siempre que se habla de liberación, lo que viene a nuestra mente es la esclavitud espiritual que tiene que ver con el Diablo y sus demonios. Pero no es la única forma de liberación que podemos experimentar en nuestras vidas cristianas.
En este pasaje, de una manera casi disimulada, aparece un proceso de liberación muy importante para entender como ser libres de verdad.

1. Creer.


La primera instancia en esta etapa es la de creer. Dice el pasaje que Jesús le estaba hablando a un grupo de judíos que habían creído en Él. Y la recomendación de Jesús es a permanecer en su palabra para ser verdaderamente sus discípulos.
Evidentemente no alcanza con creer, hay que permanecer en lo que decimos creer. Muchas veces nuestras creencias se ponen a prueba, y lamentablemente muchos terminan actuando totalmente en contra de lo que decían creer.
La clave está en permanecer en aquello que creemos aunque todo vaya en contra de nuestra fe.
Creer es el primer paso.

2. Discípulo.


La segunda etapa de esta verdadera liberación, está en convertirnos en verdaderos discípulos. Esto no es posible, si no permanecemos en las enseñanzas del maestro. Para ser verdaderamente discípulos de Cristo, debemos llevar a la práctica y a nuestra forma de vida todo lo que Él nos ha enseñado en su palabra. De esa manera, lo estaremos reflejando a Él en toda nuestra manera de vivir como discípulos de verdad.
Aquí pareciera ser que se cierra el proceso y no hay más necesidad de nada ya que somos discípulos y de alguna manera cumplimos con la gran comisión que Jesús nos mandó; “hacer discípulos”.
Pero evidentemente, tampoco alcanza con convertirnos en discípulos.
Hay más, esta es solo la segunda instancia en el proceso de liberación verdadera.

3. Hijo Vs. esclavo.


Aun siendo discípulo, uno todavía puede quedar esclavizado sino conoce la verdad, el conocimiento de la verdad es la que trae libertad genuina.
Lamentablemente muchos cristianos se conforman en esta instancia y se convencen a sí mismos que no necesitan otra cosa porque ya alcanzaron lo que querían y se convirtieron en discípulos de Cristo… recordemos que Judas también era discípulo de Cristo, sin embargo estaba en un prisión de pecado, robando de lo que se recaudaba y planificando para matar a Jesús.
La tercera instancia en esta etapa es la de la liberación de la esclavitud para ya no ser más esclavo y convertirse en HIJO.
Por supuesto que esto se produce cumpliendo las primeras dos etapas; creyendo y convirtiéndome en discípulo de verdad.
Al ser discípulo, recién ahí tengo acceso a la VERDAD y al conocer la verdad, ella me hace libre de la esclavitud para empezar a vivir como hijo del dueño de casa y no como un esclavo.
En este caso la esclavitud no tenía que ver con una posesión demoníaca, sino con un amo constantemente insatisfecho; “el pecado”.

Jesús enseña que aquel que practica pecado, esclavo es del pecado. Ante la acusación de Jesús los judíos comienzan a justificarse a sí mismos y al defenderse, lo único que hacen es alargar el tiempo de esclavitud. Y el pecado de ellos, que los tenía esclavizados, no tenía que ver con pecados sexuales, o robo, mentiras, o malos pensamientos. El pecado que los tenía cautivos, era el pecado del odio, el rencor, resentimiento y deseos de asesinar a Jesús.
Por eso Jesús les dice: "37Sé que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros. 38Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre"
Porque aunque ellos dijeran creer, y aun tratando de ser discípulos, seguían siendo esclavos del pecado haciendo la voluntad del padre de todos aquellos que no reciben la palabra de Jesús, este es el Diablo.
Creamos, convirtámonos en verdaderos discípulos y conozcamos la verdad para ser verdaderamente libres, nunca más esclavos, sino hijos.