lunes, 6 de mayo de 2013

Esperanza…


…porque con esperanza debe arar el que ara, y el que trilla, con esperanza de recibir del fruto.

1 Corintios 9:10b
Es admirable ver la cantidad de gente que hace cosas por hacerlas, sabiendo que no va a suceder nada, pero de todas maneras lo hace igual.
Fui a hacer el trámite en la AFIP para ver si tenía posibilidades de comprar algunos dólares para mi viaje a México.  Entre al edificio de la AFIP, espere e hice cola en el sector de informes, cuando llegó mi turno me explicaron que para ese trámite necesitaba tener mi clave fiscal, y para esto necesitaba una fotocopia de mi documento, salí del lugar fui a sacar la fotocopia, luego volví, saqué numero para tramitar mi clave fiscal, me senté y espere mi turno, luego de terminar con ese trámite; saque nuevamente número para pedir autorización para comprar dólares, así que me senté nuevamente y espere mi turno, para que al final me dijeran que no, que no podía comprar dólares ya que mi ingreso anual del año 2012 no había superado los cien mil pesos.
Que feo es hacer las cosas para luego no obtener ningún resultado. Creo que nadie en su sano juicio haría cosas sin esperar que eso que hace produzca algún resultado positivo.
Cuando Jesús vino a este mundo, él no vino a ver qué pasaba, no vino a probar, vino a llevar a cabo una misión con un resultado esperado.  Juan 3:17 dice que Jesús vino al mundo, para que el mundo, sea salvo por él.
Después de la inundación que sufrió nuestra ciudad semanas atrás, podía ver en la cara de la gente que estaba en la calle sacando sus muebles arruinados por el agua, la desesperanza, la decepción, la tristeza, etc. Ver el noticiero era para amargarse un poco más al ver la magnitud del desastre que había originado una lluvia de unos 400 milímetros de agua por algunas horas, llevándose aún las vidas de muchas personas.
Pero en medio de este desastre, se pueden rescatar muchas cosas muy valiosas. Me llamó la atención, la nota que le hicieron a una Señora por televisión, quién ante la pregunta sensacionalista del periodista, de cómo se sentía al haberlo perdido todo, ella respondió; no lo perdí todo, perdí solo las cosas materiales, pero tengo mi vida y mi familia gracias a Dios, ahora hay que volver a empezar.
Que hermoso es ver a la gente tener esperanza a pesar de todo. Que hermoso es ver a los cristianos seguir adelante creyendo firmemente en que todo lo que están haciendo realmente es para la gloria de Dios, sin importarles que les vaya bien o mal, que tengan o no tengan.
No debemos hacer las cosas para probar o para ver qué pasa, debemos hacer las cosas con esperanza, así como  el que ara y trilla espera recibir fruto de su trabajo. Hacer las cosas por hacerlas o porque hay que hacerlas, sin esperar recibir el fruto del esfuerzo y del trabajo es verdaderamente un derroche de tiempo, esfuerzo y trabajo. No tenemos dos vidas para desperdiciar una probando a ver qué pasa.
El Apóstol Pablo tenía mucha claridad con respecto a esto y él dijo en 1 Corintos 9.24-26 24 ¿No saben que en una carrera todos los corredores compiten, pero sólo uno obtiene el premio? Corran, pues, de tal modo que lo obtengan. 25 Todos los deportistas se entrenan con mucha disciplina. Ellos lo hacen para obtener un premio que se echa a perder; nosotros, en cambio, por uno que dura para siempre. 26 Así que yo no corro como quien no tiene meta; no lucho como quien da golpes al aire.
¿Qué es lo que esperas recibir de todo lo que estás haciendo? ¿Cuál es tu meta? ¿A dónde querés llegar?  
Define tus metas, establece el punto de llegada, no corras como quién no sabe a dónde llegar, no luches dando golpes a al aíre. En todo lo que hagas, ejercita la esperanza de ver el fruto de tu esfuerzo y trabajo.
No importa lo que pueda pasar en el camino, que tus ojos estén fijos en la meta, si caes levántate sigue adelante, no desistas, no abandones, no vuelvas, atrás… si las aguas de la frustración y fracaso inundan tu vida, espera que bajen y vuelve a empezar.
Recuerda que la esperanza es una hoja de olivo; evidencia de tierra seca después de una inundación. Es una prueba para el soñador de que vale la pena arriesgarse a soñar.