Isaías 53:5
La Biblia dice que Jesús fue herido por nuestras rebeliones, molido por nuestras culpas y pecados y que era necesario ese castigo sobre El para que pudiéramos obtener la paz con Dios, la salvación y la sanidad completa de nuestro ser.
Jesús llevo personalmente nuestros pecados en su propio cuerpo ofreciéndose así mismo por nosotros para que nosotros estando muertos al pecado podamos vivir en justicia y ser sanados por Sus heridas.
Venimos de una campaña de evangelización, que denominamos “Levántate y Anda”, y verdaderamente vimos hacerse realidad esta verdad; Cristo es nuestro sanador”. Vimos cómo un hombre de Dios, en conjunto con la fe de las personas, resultaron en milagros maravillosos.
Pero recientemente oí un testimonio de un creyente que aprendió a hablar y a orar la Palabra de Dios.
Él fue al oftalmólogo para un chequeo de sus dos ojos, y cuenta que el diagnostico que le dio el oftalmólogo
fue el peor, porque le dijo que en poco tiempo quedaría totalmente ciego debido a unos tumores cancerígenos.
En un principio se puso mal y la duda, el temor y la resignación invadieron su vida, pero no se quedó así y se puso a orar y a leer la Palabra de Dios, y leyó Isaías 53.5; esta palabra caló profundo en su corazón y comenzó a creerla y a proclamarla sobre su vida, y oro al Señor: “El diagnóstico del médico dice que quedaré ciego, pero tu diagnostico dice que tu Señor, en la Cruz me sanaste, así que yo lo creo y lo declaro sobre mi vida y mi ceguera”.
Una semana más tarde este mismo hermano dio el testimonio de que no necesitaba lentes para leer; adjunto una copia de su informe médico comparativo a sus pastores.
Este creyente lo que hizo fue aplicar, a su caso, las Promesas bíblicas de Isaías 53:5 y 1 Pedro 2:24.
Jesucristo sigue teniendo poder para sanar y para salvar, pero la fe es lo que activa el poder de Dios tanto para una cosa como para la otra.
Simplemente, todo es posible si puedes creer.
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