lunes, 7 de noviembre de 2011

Descansando en las promesas de Dios.


Romanos 4:20-21. "Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios,plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido."


Como sabemos Dios prometió bendecir a Abraham y darle una descendencia numerosa, agradecemos la expresión del pasaje al decir que esa descendencia sería como la arena del mar o las estrellas en el cielo tal como Dios se lo dijo a Abraham en Génesis, y esto era sobre la base que de esa descendencia nacería el mesias que sería el único y suficiente salvador de toda la humanidad.


Pero la promesa era aún más significativa ya que él siendo viejo y Sarah siendo estéril, debían tener un hijo; y esto sí que era humanamente imposible, en ese contexto tiene sentido el vs. 20. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe. Lo que sustuvo a Abraham en los tiempos de espera o en este escenario de imposibilidades fue su fe en la promesa de Dios.


Eh escuchado decir a muchos creyetes, "yo confio en la promesa que el Señor me hizo", haciendo referencia a cosas subjetivas y personales, como por ejemplo: "Dios me prometio que ese trabajo iba a ser para mi", o "El Señor me prometio que fulano de tal sería mi esposo", y así innumerables declaraciones que no tienen nada que ver con las promesas de Dios. Sin intención de desanimar a nadie, quiero aclarar, que las promesas de Dios no fueron hechas en base a nuestras necesidades, sino conforme a su propósito para nuestras vidas.


Todas las promesas del Señor, ya fueron hechas y las podemos encontrar en Su palabra, no hace falte que inventemos ninguna promesa "nueva" de Dios, con las que él ya hizo, nos alcanza y nos basta.


A estas alturas, podrás pensar que las promesas que Dios hizo en la biblia no tienen nada que ver contigo, pero justamente lo maravilloso es que al recibir a Cristo en nuestra vida, nos convertimos en hijos de Dios y al ser hijos de Dios, nos convertimos en herederos de todas las promesas que el Señor hizo a su pueblo.


Es por esto que ningún creyente que permanece en comunión con Dios, permanece alejado de sus promesas, por lo tanto, ningún creyente debería vivir sin esperar y descansar en las promesas de Dios.


El vs. 22. plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido. Nos muestra que la promesa de Dios descansa sobre su poder. Podemos creer y esperar las promesas de Dios por que Dios es poderoso para cumplir lo que promete, ya que en Cristo todas las promesas del Señor son siempre sí y siempre amén...!

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