viernes, 5 de agosto de 2011

Entrando en una nueva etapa II.

El ayuno.

Mateo 6:16-18 16 "Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 17Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, 18para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público."
En el magistral sermón del monte, Jesús enseño sobre varios temas referidos a la vida espiritual y comunitaria de los creyentes o discípulos. Y entre todas las enseñanzas que les dejo en esa oportunidad, después de enseñar sobre cómo orar, enseñó sobre el ayuno.
Se dicen muchas cosas y se enseñan otras tantas sobre este hermoso tema, el ayuno, pero quiero apelar a la simplicidad de las enseñanzas de Jesús. Él no profundizo mucho sobre este tema, no explico tanto más, simplemente dijo: “Cuando ayunéis…” dando por sentado que tanto sus discípulos, como los que estaban escuchando y creyendo lo que él decía, lo iban a hacer.
El ayuno, en los tiempos de Jesús era una práctica muy común, pero evidentemente, con motivos equivocados, por esta razón, Jesús, se ve obligado a corregir el sentido del ayuno; “no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa”.
En esa época, la hipocresía caracterizaba la religión oficial, que en tantas oportunidades Jesús no tuvo reparo en denunciar.
Jesús ayunó y enseñó a ayunar a sus discípulos. 17Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, 18para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
Por supuesto que todo lo que tenga que ver con lo espiritual es resistido por la carne, que está en oposición al espíritu. Jesús claramente lo dice en Mateo 26:41“41Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”.
El espíritu se fortalece con el ayuno y la carne se debilita. Pero no es cuestión de hacer un esfuerzo físico como para lograr conseguir algo de parte de Dios. En realidad el ayuno nos ayuda a concentrarnos en la oración y dedicación exclusiva a Dios.
Jesús le enseñó claramente, cómo funciona esta combinación poderosa, a sus discípulos cuando no pudieron echar fuera un demonio, él les dijo: “Pero este género no sale sino con oración y ayuno”. Mat. 17.21
El ayuno es sencillamente abstenerse de alimentos para poder estar en comunión con Dios.


Algunas recomendaciones:
Si estas enfermo, tomando medicación o eres diabético no es recomendable ayunar.
Si es la primera vez que ayunas, no te asustes si te sientes mareado, o con el estómago un poco revuelto. Puede que sufras algún dolor físico, como dolor de cabeza o muscular. También es posible que te baje un poco la presión. Esto pasa después de las primeras horas de ayuno.
Mientras estés ayunando es altamente recomendable tomar mucha agua.
No desperdicies el tiempo, aprovéchalo invirtiéndolo en oración, no te canses de orar. Todo el tiempo que puedas dedícate a orar, leer la biblia, adorar al Señor, es un tiempo para estar con él.
Hay períodos para ayunar. Este es un tiempo que como iglesia estamos entrando en otra etapa espiritual y necesitamos dejar de darle importancia un poco al cuerpo y a la carne para dar importancia a lo espiritual. Este es un tiempo para estar preparado y alerta por lo que el Señor va a hacer o está haciendo. Como en el caso del encuentro de Jesús con la mujer samaritana. 31Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come. 32El les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. 33Entonces los discípulos decían unos a otros: ¿Le habrá traído alguien de comer? 34Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.(Juan 4:31-34)
Finalmente este es el espíritu de nuestro ayuno, hacer la voluntad del Padre y terminar su obra.
Jesús no ordenó que se ayunara, pero al finalizar el sermón del monte dijo: 24Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Mateo 7:24

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