sábado, 11 de octubre de 2008

GRUPOS DE BENDICIÓN Y CRECIMIENTO

CONSEJOS para evitar riesgos.

El riesgo de contar con un liderazgo pobre.
Aquí no nos referimos a la pobreza material sino a la pobreza moral, a la pobreza de iniciativas, de ideas, de conocimiento y sobre todo a la pobreza de asumir responsabilidades. Un liderazgo pobre es un liderazgo que no es digno de confianza, un liderazgo que solo tiene el título pero que no hace nada. A cualquiera nos puede pasar y podríamos correr el riesgo de:





1. Quedarnos sin facilitadores calificados.
Sin facilitadores calificados a cargo de los grupos, éstos morirán. Las fallas en el carácter, en el comportamiento y en la vida espiritual, son fatales. Tarde o temprano todo lo que construye un facilitador que tiene estos problemas, se derrumba. Cuando nuestros grupos crecen con mucha gente nueva que tiene graves conflictos, podríamos quedarnos sin nadie que reúna las condiciones o requisitos para liderar. Es allí donde corremos un grave peligro, el peligro de sobrecargarnos de trabajo, de llevar la carga solos o de no confiar en nadie.



2. Apresurarnos y nombrar a cualquiera como facilitador.


No designes a facilitadores si están mal equipados. Debes esforzarte con un continuo proceso de entrenamiento de nuevos facilitadores. ¡No te apresures! Espera hasta ver resultados porque "por el fruto se conoce el árbol." Sin embargo, hemos observado que para algunos facilitadores y líderes ninguno de los que conocen reúne las condiciones mínimas para estar al frente de un grupo. Esto es tan peligroso como el hecho de nombrar a cualquiera, porque ahoga al grupo y lo condena al estancamiento.
Si no encuentras a nadie para delegar esta responsabilidad es porque has fracasado como entrenador.





El riesgo de no tener metas evangelísticas



Cuando el facilitador no tiene objetivos concretos enfocados en la evangelización, significa que ha perdido la visión o nunca la tuvo. Cuando los miembros de un grupo van a la reunión solo para cumplir con el compromiso, ese grupo está destinado a perecer, porque “sin visión el pueblo perece”. La visión no puede separarse de la evangelización, por lo tanto, el grupo debería “vivir” para evangelizar.
El evangelismo es la llave principal que guarda al grupo enfocado y con significado. Sin evangelismo, el grupo decrece y fracasa. Igual que el Mar Muerto, si no fluye hacia afuera, todas las cosas que entren en él rápidamente morirán.
El evangelismo trae crecimiento. Es imperativo para que los grupos crezcan y se multipliquen, y más aun, es imperativo que evangelicen para estar vivos. Este debería ser el enfoque permanente del grupo.



El riesgo de esperar recibir algo a cambio



Aquellos que solo preguntan “¿qué hay para mí?” son los que no se preocupan por el bien de los demás. Piensan solo en sí mismos. Y si alguna vez hacen algo por otros, esperan algo a cambio. Sin dan, esperan ser retribuidos de la misma manera.
Muchos vendrán para ver si pueden "sacar algo de la reunión", en cambio otros para ver en qué pueden contribuir. La verdad es que el crecimiento espiritual y de la comunidad vienen por el sacrificio, la negación de uno mismo y a pesar de la ingratitud de muchos. Un manera de contrarrestar esta tendencia es enseñar en insistir en la importancia de las palabras de Jesús “el que quiere ser mi discípulo, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”. No existe un discipulado para egoístas o los que se aman a sí mismos y no piensan en el bien de los demás.
El Grupo de Bendición y Crecimiento debe adoptar la manera de pensamiento de Jesucristo el “no estimó ser igual a Dios como cosa a qué aferrarse, sino que se despojó a si mismo”.

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