jueves, 15 de mayo de 2014

Id y haced discípulos


Cuando vemos a Jesús y sus métodos de enseñanza, siempre encontramos que era muy práctico. El tomaba de lo cotidiano para hacerles entender a sus oyentes las enseñanzas más profundas. Su público no estaba compuesto de personas muy preparadas intelectual o doctrinalmente. El estaba rodeado de persona comunes y corrientes pero con un profundo anhelo de Dios. Creo que lo que más les impactaba era saber que Dios estaba frente a sus ojos ocupado en enseñarles como vivir la vida y lo tremendo es que era tan simple su enseñanza que todos, hasta los más pequeños, lo podían entender.
Mientras el enseñaba había niños a su alrededor. Así que esto nos lleva a pensar que los nenes no estaban ajenos a lo que estaba sucediendo en ese momento, sino que es evidente que ellos estaban escuchando.
En 2 reyes capitulo 23 cuenta que el rey Josías convocó al pueblo de Israel arrepentido de haber escuchado la palabra de Dios y darse cuenta de la condición en que todo Israel se encontraba ante Dios, y en esa convocatoria se encontraba desde el más chico hasta el más grande. El pueblo entero se presentó ante Dios, desde el más pequeño hasta el más grande.

Más tarde encontramos en el libro de Esdras, cuando este se entera de que el pueblo había pecado contra Dios habiendo mezclado la raza judía al casarse con mujeres de otras naciones. Dios había dado una regla importante en cuanto a preservar la raza. El pueblo hizo lo contrario. Esdras al enterase rasga sus vestidos, se arranca el cabello y ora. Su oración estaba llena de dolor por no haber tenido en cuenta a Dios, mientras oraba y lloraba postrado en tierra el pueblo se le acercó y cuenta el capitulo 10 que hombres, mujeres y NIÑOS lloraron con gran amargura junto con el sacerdote de Dios.
Esto nos muestra la gran necesidad de Dios. No importa su edad, no importa su condición, todos necesitan de Dios. Es increíble que cuando la palabra se expone produce un efecto tan tremendo aún en la vida de personas que parecen ajenas a la realidad, sumergidas en su mundo de juego y diversión. La voz de Dios produce arrepentimiento en el corazón de un niño y si produce esto también produce alegría y gozo. Mi intención en estas líneas es estar atentos a enseñar de Dios en todo momento a estos pequeños por quien Jesús entrego su vida.

No necesitamos ser grandes teólogos o saber las cosas más profundas. Simplemente se puede infundir fe cuando oramos, se puede enseñar del amor de Dios hablando de lo que Cristo hizo por nosotros. Se puede enseñar de la fidelidad de Dios cuando despertamos cada día. Se puede enseñar de la compasión de Cristo cuando alimentó a un multitud mientras almorzamos.
No dejemos de sembrar. Una vez un pastor mirando ñandú comentó "que humor tiene el Señor al crear estos animales tan graciosos" eso me dejó pensando en los detalles de Dios, aún para que nos riamos. Miremos a nuestro alrededor y aprovechemos bien el tiempo. Hay necesidad, hay discípulos todo momento, sean nuestro hijos o ajenos. Podemos producir arrepentimiento y esto abrir puertas para un tremendo ministerio. Estemos atentos. Esto también nos edifica.

Por Laura Calegari de González

No hay comentarios: