26Y se congregaron allí todo un año
con la iglesia, y enseñaron a mucha gente; y a los discípulos se les llamó
cristianos por primera vez en Antioquía.
Hechos 11.26
Estamos viviendo, como iglesia, un tiempo muy especial, donde
el Señor se manifiesta cada vez más en nosotros mostrándonos su voluntad y
deseo, pero también nos revela contra las cosas y los espíritus con los cuales
debemos enfrentarnos y batallar. Realmente es maravilloso.
Y todo esto lo hace con el propósito de que su iglesia siga
siendo edificada para poder manifestarse a través de ella al mundo. Esta
declaración puede sonar muy romántica y hasta presuntuosa. Pero qué es lo que
verdaderamente estamos diciendo.
La iglesia es edificada por el Señor a través de las
personas que la componen. La vida de las personas formando el templo santo del
Señor es el lugar propicio para que el Señor se muestre al mundo para
salvación.
Por lo tanto, los cristianos deberán ser cristianos… y a
esto a lo que quisiera referirme en este momento.
No podemos ser cristianos y vivir en armonía con el mundo,
ya que justamente el mundo está en total oposición a Dios, a sus hijos y a su
palabra.
O como bien dice A. W. Tozer: En el corazón del sistema cristiano se haya la cruz de Cristo con su
paradoja divina. El poder del Cristianismo aparece en antipatía hacia, y nunca
de acuerdo con, los caminos del hombre y su naturaleza caída. La verdad de la
cruz es revelada en sus contradicciones. El testimonio de la iglesia es más
efectivo cuando declara en lugar de explicar, porque el evangelio va dirigido
no a la razón sino a la fe. Lo que se puede probar no necesita de la fe para
ser aceptado. La fe descansa en el carácter de Dios, no sobre los resultados
del laboratorio o de la lógica. La cruz se opone firmemente al hombre natural.
Su filosofía se mueve contrariamente a la mente que no ha sido regenerada, por
eso Pablo pudo decir tajante: “La palabra de la cruz es locura a los que se
pierden”. Tratar de encontrar un lugar común entre el mensaje de la cruz y la
razón del hombre natural es tratar con un imposible, y si se persiste en ello
el resultado es una cruz innecesaria y un Cristianismo sin poder.
El cristiano es verdadero cristiano cuando vive a Cristo en
su casa, con su esposa, con sus hijos, en su trabajo, etc. esto lo hace poniendo
en práctica las enseñanzas de Cristo y Sus apóstoles.
El cristianismo es el mundo del revés, ya que según la razón
humana, tiene muchas contradicciones:
Para vivir, realmente tiene que morir.
Para salvar la vida, la tiene que perder.
Para tener todo, tiene que despojarse de todo.
Para caminar firme sobre la tierra, tiene que estar senado
con Cristo en los cielos.
Para ser exaltado, tiene que humillarse.
Está en el mundo, pero no es del mundo.
Es pobre, pero lo posee todo.
Es débil, pero así es la única manera de ser fuerte.
No sabe nada, pero tiene toda la sabiduría del cielo.
No tiene capacidad para hacer nada, pero todo lo puede.
Es consciente de su pecado, pero no puede dejar de ser
santo.
Se goza cuando sufre.
Se cree menos que nadie, pero es el que Dios más escoge.
En fin como dice Tozer:
Como el halcón nocturno, el cual en el aire es la esencia de la gracia y la
belleza pero en tierra es torpe y horrible, así es con el cristiano que se
presenta en su mejor estado en los lugares celestiales pero no se adapta a las
maneras de la sociedad en la cual nació.
Esta paradoja de la vida cristiana es lo que marca la
diferencia entre quién es cristiano y quién no lo es. El verdadero cristiano no encuentra
satisfacción en la realización personal, no busca hacer lo que le agrada, no
quiere pasarla bien o disfrutar.
Es únicamente en la presencia de Dios donde se siente verdaderamente
completo, satisfecho y realizado, más aun no existe otro lugar mejor para él
que en su presencia. Por eso antes de
hacer nada o reaccionar ante las circunstancias de la vida, lo primero que hace
es adorar...
Y a través de ese tiempo de adoración, su vida es
transformada, renovada, fortalecida, para seguir siendo edificado formando
parte del templo del Señor a través del cual Él se va a manifestar con su
gracia y misericordia al mundo.
El verdadero cristiano, rechaza toda esperanza fuera de
Cristo porque sabe que el más noble esfuerzo humano es solo polvo edificado
sobre polvo.
Verdaderamente es maravilloso ser cristiano, ya que la
esencia de él, es la misma que la de Cristo.
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