Salmo 80:3 "Oh Dios, restáuranos; haz resplandecer tu rostro, y
seremos salvos."
La expresión del salmista en el versículo tres, es muy
fuerte y vivaz, como un clamor, es tan así que la repite tres veces en el mismo
salmo (vv. 3, 7 y 19). La frase la dice al principio, casi a la mitad y termina
con la misma expresión. Evidentemente el deseo del salmista es obvio y
enfático… Señor, RESTÁURANOS…!!!
Restaurar en griego (anoikodomeo
/ἀνοικοδομέω), significa volver a construir (an, de nuevo, otra vez; y oikodomeo, construir, edificar). Por lo tanto,
hay una necesidad de volver a edificar, reconstruir lo que fue destruido, roto,
aplastado, etc.
En este caso, el salmista está pidiendo una restauración
espiritual y política, ya que ellos se encontraban bajo la opresión y
esclavitud de un ejército enemigo que había arrasado con la ciudad.
La verdad, es que se encontraban en esta situación por
haber abandonado a Dios y sus mandamientos. Cuando se encontraban en un estado
de bienestar, de poder y progreso, se olvidaron de Dios. Evidentemente esto es
lo que le pasa a muchas personas, que fácil es olvidarse del que bendice por la
bendición. Por eso, el mismo Dios, les
había advertido sobre esto al entrar en la tierra prometida.
10Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la
tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob que te daría, en ciudades
grandes y buenas que tú no edificaste, 11y casas llenas de todo
bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivares
que no plantaste, y luego que comas y te sacies, 12cuídate de no
olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de
servidumbre.
Deuteronomio
6:10-12
La restauración que pide el salmista, no tiene tanto que
ver tanto con volver a tener el bienestar económico y material que antes
tenían, sino más bien con recuperar la presencia de Dios en sus vidas. Por eso
dice: haz resplandecer tu rostro y seremos salvos. La restauración tiene que
ver más con Dios que con nosotros. Que el Señor sea restaurado a nuestras
vidas, que sea restaurada su presencia a nuestras vidas.
Es interesante que la Nueva Traducción Viviente, traduce:
“Oh Dios, haznos volver
a ti”; en lugar de “restáuranos”. Evidentemente no puede haber restauración sin la
presencia de Dios en nuestras vidas y cuando Él está en nosotros, no solo su
rostro resplandece, sino también el nuestro.
La expresión, “Haz resplandecer tu
rostro” Equivale a la expresión moderna «sonreírse». La idea es que Dios cambie
la cara de enojado a una cara de alegría, sonriente. Que tenga buena
predisposición a perdonar y restaurar. Y
es verdad que cuando alguien está contento, tiene el rostro brillante.
Esta restauración, no tiene que ver con que nosotros
estemos bien y contentos, sino, con hacer a Dios sonreír. Para esto es
necesario un profundo arrepentimiento y clamor de que Dios vuelva su Santo
Espíritu a nuestras vidas.
En el Salmo 51, David pone en práctica esto
que estamos hablando. Él dice: 3Porque
yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. 4 Contra
ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que
seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio.
Y
más adelante dice: 9Esconde
tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades. 10 Crea
en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. 11 No
me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu. 12 Vuélveme
el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente.
Cuando
dejamos de lado a Dios por las cosas de este mundo y por los deseos de la
carne, nuestra vida comienza a caerse a pedazos, como la de David. Sin embargo,
la gracia y la misericordia de Dios son tan grandes que está siempre dispuesto
a perdonarnos y restaurarnos y la única manera de restauración es volviendo al
Señor.
Por
eso si hay algo que este destruyendo tu vida, no dejes pasar más tiempo, clama
al Señor desde lo profundo de tu corazón… Señor, restáurame.
Y
si no hay nada que restaurar en tu vida, conviértete en un agente de
restauración, colaborando con Dios en la edificación espiritual de tus
hermanos, teniendo en cuenta la recomendación que el apóstol Pablo les hace a
los gálatas:
Gálatas 6.1 1Hermanos,
si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales,
restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que
tú también seas tentado.