domingo, 2 de septiembre de 2012

Habiendo sido ciego, ahora veo.


Juan 9.25 25Entonces él respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo.
Esto lo dijo un ciego que había sido sanado por Jesús, ante el interrogatorio de los religiosos de la época, ya que querían acusar a Jesús por haber sanado en el día de reposo.
Quiero usar esta historia y hacer de alguna manera una analogía con respecto a aquellos que pasan de las tinieblas de satanás a la luz de Dios.
Es maravilloso ver cómo cambian las vidas de aquellos que se arrepienten y entregan de todo corazón a Cristo. Es como que se les abren los ojos a todo un mundo nuevo que antes no conocían ni nunca habían visto. Verdaderamente es como un ciego que recobra la vista.
Jesús enseña que esta transformación se produce a través del nuevo nacimiento, y esta expresión no es comparativa, lo que Jesús está diciendo es literal, es necesario nacer de nuevo. Cuando uno se entrega a Cristo se produce un nuevo nacimiento real y espiritual que nos lleva a vivir en un nuevo mundo, un nuevo sistema de cosas, que hay que ir descubriendo.
Cuando un bebe nace, lo hace con una telita en los ojos que no permite que la luz le dañe. Poco a poco esa tela va desapareciendo y la vista se va aclarando. Esto mismo pasa con los bebes espirituales, poco a poco se les va aclarando la visión y empiezan a discernir las cosas espirituales.
Para que Dios pueda hacer esto en las personas, primeramente es necesario que nosotros les prediquemos el evangelio y luego que las discipulemos.
La tarea del evangelista no es solo predicar, sino abrir ojos, no los ojos físicos sino los espirituales, para que de esta manera se conviertan a Dios y empiece el proceso de transformación.
Hechos 26.16 16Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, 17librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, 18para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.
El ministerio de Pablo, ordenado por Dios, no era solo predicar, sino tenía la difícil tarea de abrir los ojos espirituales de las personas, para esto por supuesto tenía que predicar evangelio, pero también tenía que ministrar liberación y sanar, etc. Luego, esta tarea tenía que continuar con el discipulado.
El fin no es que se conviertan y nada más, sino que lleguen a ser como Cristo. Es para esto que discipulamos a las personas y les enseñamos la palabra de Dios.
Efesios 1.16 16no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, 17para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, 18alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos…
La enseñanza y el discipulado son las herramientas que el Espíritu Santo usa para abrir los ojos del entendimiento de las personas. Pero estas herramientas no funcionan por sí solas, Dios las usa a través de las vidas de aquellos que ya pasaron de las tinieblas (ceguera) a la luz (vista). Las personas necesitan la ayuda de aquellos que ya por el uso tienen los sentidos desarrollados (Hebreos 5.13-14) para poder empezar a ver y conocer a Cristo y cómo funciona el mundo espiritual.
Hechos de los Apóstoles 8.31 30Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees? 31El dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él.
Es imprescindible que aquellos que quieran enseñar a otros, primeramente se hayan arrepentido y convertido de todo su corazón al Señor, sino se estarán convirtiendo en ciegos guías de ciegos. Porque, el discipulado, no es cuestión de completar un libro o hacer algunos cursos o asistir a algunos retiros. El discipulado es la vida del discipulador influenciando e impregnando la vida de Cristo en otras personas, a través de su forma de vivir… cómo se expresa, cómo reacciona, cómo se viste, cómo habla, cómo se relaciona, hasta cómo piensa, etc. todo esto influirá más en la vida de la otra persona que todos los manuales y libros que puedan hacer juntos.
Esto dicho anteriormente, no nos exceptúa de la responsabilidad de usar los materiales que Dios nos ha dado a la iglesia para “abrir los ojos del entendimiento” de las personas a las que estamos discipulando.
Damos gracias al Señor por todas las personas que están llegando a la iglesia a través de los grupos y las reuniones en el templo. Es nuestra responsabilidad como hermanos mayores, cuidar a los nuevos bebes que están naciendo espiritualmente por la obra del Espíritu Santo al predicar el evangelio. Necesitan de nosotros para que su visión espiritual se vaya aclarando cada vez más y más hasta el conocimiento pleno.
En Cristo…. Pastor Andrés González.

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