lunes, 2 de abril de 2012

Compasión al testificar de Cristo

El apóstol Pablo escribió una carta a la iglesia de Corintios en la cual en cada capítulo les exhorta acerca de algún error o pecado diferente. 1 de Corintios es esa carta. Es una carta dura, que confronta a los cristianos que están viviendo en pecado y que toleran el pecado dentro de la misma iglesia. Incluso, Pablo les indica que ellos no eran salvos si no retenían la palabra que se les había predicado. Y es que puede ser que alguien se llame cristiano, pero no lo sea en verdad.
1 Corintios 15:2 “por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano.”
Pablo mismo puso en duda la salvación de sus hermanos corintios y lo hizo con un solo motivo: el amor. En su segunda carta, Pablo nos da una imagen muy clara de cómo escribió dicha carta:
“Porque por la mucha tribulación y angustia del corazón os escribí con muchas lágrimas, no para que fueseis contristados, sino para que supieseis cuán grande es el amor que os tengo.” 2º Corintios 2:4
El amor de Pablo por las personas en la iglesia de Corinto lo llenó de angustia y tribulación. Eran personas que estaban yendo en contra de lo que él mismo les había enseñado y que eran más bien una amenaza para el evangelio. Sin embargo, Pablo les tenía un amor muy grande, tan grande que les escribió con lágrimas en sus ojos, “con muchas lágrimas”.
¿Qué tanto amamos a las personas a nuestro alrededor? Piensa en las personas que no creen por un momento: Se deleitan en el pecado, insultan a Dios quien los creó y no quieren someterse a El. Ellos quizá te menospreciarán si les predicas, y hasta podrían insultarte, pero Dios te manda predicarles. Nos envía a predicarles y a menos de que les prediquemos no podrán ser salvas.
¿Con cuanta compasión le hablas a las personas al testificar? Sigamos el ejemplo del apóstol Pablo y exhortemos a los que no creen por medio del evangelio. Mostremos el amor de Dios que puso en nosotros al darnos su Espíritu Santo. Si nos sometemos día a día a la palabra de Dios, seremos llenos del Espíritu Santo (es decir, seremos guiados por el Espíritu Santo), y esto llevará al fruto del Espíritu Santo: amor (Gálatas 5:22-23).
Dios quiere salvar a todos los hombres (1 Timoteo 2:4), y nosotros, ¿iremos a predicarles? Dejemos las excusas, capacitémonos para evangelizar correctamente y salgamos. Es un asunto de vida o muerte eterna.
“El cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.” 1 Timoteo 2:4

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