El apóstol Pablo
escribió una carta a la iglesia de Corintios en la cual en cada capítulo les
exhorta acerca de algún error o pecado diferente. 1 de Corintios es esa carta.
Es una carta dura, que confronta a los cristianos que están viviendo en pecado
y que toleran el pecado dentro de la misma iglesia. Incluso, Pablo les indica
que ellos no eran salvos si no retenían la palabra que se les había predicado. Y
es que puede ser que alguien se llame cristiano, pero no lo sea en verdad.
1 Corintios 15:2 “por el cual asimismo, si retenéis la
palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano.”
Pablo mismo puso en
duda la salvación de sus hermanos corintios y lo hizo con un solo motivo: el
amor. En su segunda carta, Pablo nos da una imagen muy clara de cómo escribió
dicha carta:
“Porque por la mucha tribulación y angustia del corazón os escribí con
muchas lágrimas, no para que fueseis contristados, sino para que supieseis cuán
grande es el amor que os tengo.” 2º Corintios 2:4
El amor de Pablo por
las personas en la iglesia de Corinto lo llenó de angustia y tribulación. Eran
personas que estaban yendo en contra de lo que él mismo les había enseñado y
que eran más bien una amenaza para el evangelio. Sin embargo, Pablo les tenía
un amor muy grande, tan grande que les escribió con lágrimas en sus ojos, “con
muchas lágrimas”.
¿Qué tanto amamos a
las personas a nuestro alrededor? Piensa en las personas que no creen por un
momento: Se deleitan en el pecado, insultan a Dios quien los creó y no quieren
someterse a El. Ellos quizá te menospreciarán si les predicas, y hasta podrían
insultarte, pero Dios te manda predicarles. Nos envía a predicarles y a menos
de que les prediquemos no podrán ser salvas.
¿Con cuanta compasión
le hablas a las personas al testificar? Sigamos el ejemplo del apóstol Pablo y
exhortemos a los que no creen por medio del evangelio. Mostremos el amor de
Dios que puso en nosotros al darnos su Espíritu Santo. Si nos sometemos día a
día a la palabra de Dios, seremos llenos del Espíritu Santo (es decir, seremos
guiados por el Espíritu Santo), y esto llevará al fruto del Espíritu Santo:
amor (Gálatas 5:22-23).
Dios quiere salvar a
todos los hombres (1 Timoteo 2:4), y nosotros, ¿iremos a predicarles? Dejemos
las excusas, capacitémonos para evangelizar correctamente y salgamos. Es un asunto
de vida o muerte eterna.
“El cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al
conocimiento de la verdad.” 1 Timoteo 2:4
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