31Entonces las iglesias tenían paz
por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del
Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo.
Hechos 9.31
4Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una
ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si
fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra.
Génesis 11.4
Uno de los mayores
desafíos que enfrentamos al llegar a los pies de Cristo y formar parte de la familia
de Dios, es el de sumarnos a la construcción de la iglesia del Señor. Jesús
dijo: “yo edificaré mi iglesia”. El dueño de la iglesia, por supuesto como ya
sabemos, es Cristo mismo, y él edifica su iglesia a través de las personas que
la componen.
Digo que esto es un
desafío ya que la mayoría de las personas después de haber pasado por las
primeras etapas del desarrollo de su madurez espiritual, y cuando comienzan a
querer servir al Señor llevando a cabo alguna tarea dentro de la iglesia, se van
a enfrentar a la tentación de construir su propio edificio o colaborar con lo
que el Señor ya está haciendo a través de todos los demás.
Yo llamo a esta forma
de pensamiento; “La torre de Babel” por varias razones, pero principalmente
porque ésta forma de trabajar trae confusión a la iglesia, Babel significa eso,
confusión. La confusión viene, porque lo
que se hace parecería ser bueno y hasta efectivo, pero no contribuye a la
edificación general de la iglesia, sino que beneficia a una o un grupo
personas. El problema no es la tarea en sí, sino el propósito por el cual se está
desarrollando dicha tarea. Aquí deberíamos preguntarnos ¿qué se está
construyendo? y ¿para quién?
Cuál fue el problema
con la torre de Babel. Si todos estaban más unidos que nunca, hablaban todos un
mismo idioma, estaban todos de acuerdo en lo que querían hacer y estaban determinados a hacerlo. Simplemente
el problema fue que ellos edificaban para sí mismos, no lo estaban haciendo por
mandato o instrucciones de Dios como en otras oportunidades.
Cuando vamos a
“servir” al Señor, no debiéramos hacerlo por iniciativa propia, ni para
nosotros mismos. Este es el problema con el evangelio humanista que está
atentando contra nuestras iglesias como estrategia de Satanás; donde la
realización personal y la satisfacción son la meta del servicio cristiano. Uno
no tiene que servir para sentirse útil o bien, uno tiene que servir para
contribuir con su vida, dones y ministerio a la obra que ya está en
construcción, debemos sumarnos a los demás para seguir avanzando en la edificación
de la iglesia del Señor.
No hay varios
edificios, existe un solo y único edificio que Cristo está edificando en el
cual todos nos sumamos para contribuir. El Apóstol Pablo lo dice bien claro:
9Porque nosotros somos colaboradores
de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. 10Conforme
a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el
fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica.
1 Corintios 3.9-10
Aquí encontramos al
apóstol Pablo poniendo el fundamento, a otro que edifica y a cada uno
sobreedificando, todos trabajando para un mismo propósito y edificio. La
iglesia no tiene varios propósitos según ministerios y personas la compongan,
sino complementarios los unos de los otros para un solo propósito.
Esto lo vemos en dos
pasajes en donde Pablo le escribe a los Efesios.
15sino que siguiendo la verdad en
amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, 16de
quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas
que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su
crecimiento para ir edificándose en amor.
Efesios 4.15-16
19Así que ya no sois extranjeros ni
advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de
Dios, 20edificados sobre el fundamento de los apóstoles y
profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, 21en
quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo
en el Señor; 22en quien vosotros también sois juntamente
edificados para morada de Dios en el Espíritu.
Efesios 2.19-22
En estos pasajes es
bien claro el diseño de cómo Dios quiere que SU iglesia funcione. Todo lo demás
por bueno y productivo que parezca será “Babel”.
En cuanto a la
iglesia local, es lo mismo, la iglesia local tiene una sola visión y un solo
propósito, la idea no es que cada uno haga lo que le parece que tiene que
hacer, sino que se sume a lo que ya se está haciendo para contribuir en una
sola edificación.
Tengamos cuidado de
no estar haciendo lo que a nosotros nos parece, ya que el Señor de vez en
cuando desciende para ver qué estamos edificando, no sea que nos encuentre
construyendo para nuestros propios propósitos y traiga confusión y división
sobre nosotros.
5Y descendió Jehová para ver la
ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. 6Y dijo
Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y han
comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer.
7Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que
ninguno entienda el habla de su compañero. 8Así los esparció
Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la
ciudad.
Genesis 11.5-8
Jesús mismo, de una
manera sencilla y terminante dejo bien en claro su posición en cuanto a este
tema.
23El que no es conmigo, contra mí
es; y el que conmigo no recoge, desparrama.
Lucas 11.23
Que cuando el Señor
descienda nos encuentre trabajando unidos, hablando un mismo lenguaje, haciendo
una misma cosa y con la determinación de terminar la obra, pero no para
nosotros mismos sino para la gloria de su nombre.