En lo que se refiere a darle a Dios, hay una ley espiritual que no podemos obviar y es la ley de la siembra. La ley de la siembra se aplica a las cuatro prácticas que vamos a estar aprendiendo esta semana (diezmos, ofrendas, primicias y votos) y a todas las formas de dar, sea lo que sea.
En 2 Corintios 9:6-8 El apóstol Pablo usa una ley de la naturaleza y la aplica a la vida cristiana en el proceso de dar: “6Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. 7Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza ni por obligación, porque Dios ama al dador alegre. 8Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo necesario, abundéis para toda buena obra."
Nuestra actitud al dar es más importante que la cantidad que damos. No debemos sentirnos avergonzados si sólo pudimos dar una pequeña ofrenda. Dios está más preocupado por cómo damos que cuanto damos de los recursos que Él nos provee.
Dios nos da recursos para usarlos e invertirlos para Él. Pablo usó la ilustración de las semillas para explicar que los recursos de Dios no deben ser escondidos, devorados negligentemente o malgastados, sino cultivados a fin de producir mayor cosecha. Cuando invertimos lo que Dios nos ha provisto, nos dará aún mucho más para dar.
Lucas 6:38 38Dad y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo, porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir».
Alguien dijo: “Solamente cuando damos aún de lo que no tenemos, nos asemejamos a Jesús, quien se despojó de todo para darse a sí mismo por todos”. Por eso Jesús enseño que uno se siente más feliz cuando da que cuando recibe. Él dijo: “Más bienaventurado es dar que recibir”.
La mejor cosa que podemos hacer con el dinero es invertirlo en el Reino de Dios, sin estar preocupados en que comeremos o que vestiremos, porque los incrédulos buscan todas estas cosas, pero nosotros, los que creemos, debemos buscar primeramente el “Reino de Dios”.
¿Por dónde viaja tu dinero?
Esta es la historia de un billete de $ 50 y otro de $ 2 que se encuentran en una bolsa del banco central en el centro de la ciudad.
Mientras se encontraban frente a frente, el billete de $ 2 le preguntó a su compañero, "Oye, amigo, ¿dónde has estado? No te he visto en mucho tiempo."
El de $ 50 respondió: "Amigo, ¡¡Vaya que he tenido trabajo!! He viajado a países distantes, también a los restaurantes más finos, a los casinos más grandes y finos. También he estado en numerosas boutiques, en centros comerciales de lujo en el norte y en el del sur, y también el nuevo que ayudé a construir. De hecho, justo en esta semana estuve en Europa, en un partido profesional de la NBA (Liga Nacional de Basquetbol en Estados Unidos), en un rodeo, en un balneario, en un salón estilista de gran clase. ¡¡He hecho todo eso!!
Después de haber descrito todos esos grandiosos viajes, el billete de $ 50 le preguntó al de $ 2 "¿y a ti cómo te ha ido? ¿Dónde has estado?" El billete de $ 2 respondió, "Bueno, he estado en la Iglesia Bautista, Metodista, también en la Iglesia Episcopal; en la Iglesia de Dios, la católica, la mormona, la de los Santos de los Últimos Días, la Iglesia A.M.E., la Iglesia de los Discípulos de Cristo, la... "
¡¡¡ESPERA, ESPERA, DETENTE UN MINUTO!!!" Gritó el billete de $ 50, "¿Qué es una iglesia?"
Lo que el dinero puede comprar
EL DINERO COMPRARÁ:
Una cama pero no sueño
Libros pero no sabiduría
Comida pero no apetito
Adornos pero no belleza
Atención pero no amor
Una casa pero no un hogar
Un reloj pero no tiempo
Medicina pero no salud
Lujo pero no cultura
Asombro pero no respeto
Póliza de seguros pero no paz
Diversión pero no felicidad
Un crucifijo pero no un Salvador
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